Sabemos que liderar no es una tarea fácil, de todos modos ejercer la función de auto-liderazgo es muchas veces más difícil aún.
El liderazgo de una organización empieza inevitablemente con esa especie de auto- liderazgo personal del propio líder y también de cada uno de los demás miembros.
Es sabido que cuesta poner en claro a que le encontramos sentido en nuestras vidas, encontrar nuestros verdaderos valores, saber lo que nos hace felices de verdad y acostumbrarnos a vivir valorando lo realmente importante. Una vez que identificamos lo anterior, parece igualmente difícil focalizar nuestra energía en esos factores.
Y gestionar la agenda diaria es una tarea siempre complicada, pero es claro que no puede haber éxito, complacencia, ni felicidad, si tu agenda “explota” con otros temas menos importantes para darle el sentido que buscas para tu vida. Necesitamos tiempo para cuidar las relaciones con los demás integrantes de nuestro círculo personal y profesional y tiempo para uno mismo.
Resulta necesario entonces, marcarse objetivos claros en nuestra vida profesional. Estos permiten definir un rumbo claro, alinear nuestras prioridades, medir nuestros avances, desarrollar nuestra creatividad, trabajar mejor la concentración, fomentar la proactividad, avanzar en el crecimiento personal y motivarnos con un desafío constante.
Sin embargo, no siempre es fácil conseguir lo que uno se propone y las excusas son muchas y las razones muchas otras.
El miedo a salir de nuestra zona de confort; el miedo al rechazo o al fracaso, olvidar las recomendaciones recibidas, la falta de constancia o convencimiento o la falta de fe en nuestras propias posibilidades, son todos elementos que no nos juegan a favor.
No existe una fórmula infalible para lograr tus objetivos, la vida a veces nos hace ir modificando nuestro camino. De todas maneras te comparto algunas recomendaciones.
Tener decisión. Saber lo que queremos de verdad y apuntar a lograrlo.
Compromiso con uno mismo. Saber que no nos fallaremos a nosotros mismos en lograr lo que queremos.
Mucha dedicación. Trabajar día a día nuestras metas, nunca olvidarnos que vivimos para ellas.
Mejorar sin ser perfectos. Dar pasos que nos acerquen a nuestros objetivos pero sin buscar la perfección.
Gestionar bien el tiempo. No es la cantidad, la suma de pequeñas acciones diarias desemboca en grandes resultados.
Dar seguimiento. Tener momentos de medición, de pausas y de reflexión. Permitirnos a nosotros mismos, darnos cuenta que vamos bien encaminados.
Es claro que nadie seguirá esta guía al pie de la letra, pero si confío en que te ayudará a poner un poco más el foco en lo que considerás importante y recorrer un camino de mayor esperanza hacia lo que verdaderamente te importa.
Suerte!
Gustavo Dematté – CEO de Cursos Online Latinoamérica