En los últimos años, Samsung había obtenido progresos significativos a la hora de hacerse una marca más querible y venía teniendo un muy buen año.
Pero en tan sólo cinco semanas, desde que aparecieron las primeras noticias a comienzos de septiembre/2016 de baterías de Galaxy Note 7 que estallaban en llamas, todo comenzaba a ir cuesta abajo y la marca de Samsung parecía estar en problemas…
Luego de un mes de sacar productos de circulación, aún no sabía realmente cuál era el origen del problema -cientos de ingenieros habían sido incapaces de reproducir la cuestión de la explosión de la batería.
Según el diario The New York Times, reproducido por el Diario La Nación, parecía claro que el manejo de Samsung respecto de la crisis había sido malo por una falla de liderazgo.
¿Entonces qué sucedió?
Según informó la agencia Bloomberg, Samsung no hizo el tipo de control y la prueba de calidad necesarios para asegurarse de que el Galaxy Note 7 estuviese adecuadamente diseñado y fuera seguro.
Una vez que casi ha pasado la debacle del Note 7, a lo que deberán estar atentos es al daño para la marca. Los teléfonos van y vienen. Las ganancias van y vienen. Pero la pérdida de credibilidad es algo doloroso que perdura y eso lo saben los Directivos y los Líderes empresariales.
Desde el comienzo, Samsung debió haber sido algo más honesta. Debió llamar las cosas por su nombre: el retiro de un producto del mercado. En cambio, dijo que era un «programa de intercambio».
Y cuando ya se conocía la noticia de que Samsung había detenido la producción del Note 7, la compañía emitió una declaración por la que dijo que había «cambiado su cronograma de producción».
Este tipo de lenguaje camuflado da la impresión de que todo el asunto tiene más que ver con la publicidad y el precio de las acciones que con las reales necesidades -incluso la seguridad- de los clientes.
Lo que claramente se dice es que el mal manejo de la situación del Note 7 por parte de Samsung debe atribuirse a la conducción empresaria.
No importa cuál sea la raíz del asunto, el único modo en que Samsung podría aprender de esta experiencia es que líderes fuertes resuelvan las limitaciones de la cultura y los procesos internos.
Cuando los líderes se apartan, aunque sea por un momento del cliente, la Compañía lo paga muy caro, puede ser muy perjudicial.
Sin liderazgo adeacuado, Samsung corria el riesgo de que esa crisis impactara en otras partes de su negocio, perjudicando su relación a largo plazo con el público en general. A esta altura, todo parece casi normalizado y la carrera continúa…
Staff Editor de Cursos Online Latinoamérica