“Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambas”
Asi comienza un muy interesante artículo de OpenWebinars, nuestro socio de negocios en España y que queremos transcribir a los profesionales de nuestra comunidad.
Relacion entre la razón y la emoción
Siempre se ha dicho que el corazón y la cabeza están separadas, por lo que para ser una persona completa o inteligentemente emocional hay que saber balancear razón (corazón) y emoción (cabeza). Los procesos de la mente racional (razón) requieren de un análisis de las diferentes opciones antes de la toma de una decisión. Es nuestra parte analítica y empírica, basada en hechos puros.
Las emociones son necesarias para el proceso cognitivo humano, entre otras cosas, porque propician la toma de decisiones de forma rápida y automática en decisiones que se refieren al día a día de las personas, actuando como disparador.
Un ejemplo de este comportamiento automático podría ser la rapidez con que podemos sortear un accidente de tráfico, lo que llamamos rapidez de reflejos, y cuyo disparador en este caso sería el miedo. Sin este disparador emocional y estos mecanismos automáticos en la toma de decisiones, si solo pudiésemos disponer de la consciencia racional, que necesita evaluar las diferentes opciones, sin duda nos habríamos estrellado.
Inteligencia emocional vs coeficiente intelectual
La persona, es en definitiva un conjunto entre la inteligencia emocional y el coeficiente intelectual.
Con la inteligencia emocional aprendemos a gestionar nuestras emociones y sentimientos (el saber ser), que son el 99% de las emociones. Con el coeficiente intelectual medimos las habilidades necesarias para realizar tareas mentales (el saber), es decir, medimos la inteligencia racional.
Está demostrado que entre el 10% y el 20 % del éxito profesional se debe al coeficiente intelectual (inteligencia racional) y el resto a la inteligencia emocional.
El valor de ser emocionalmente inteligente
La inteligencia emocional puede explicarse en función de cómo gestionas (lo que sientes y lo que haces) las emociones en ti y en los demás.
A partir de las emociones generadas en ti y como las gestionas, aparecen 4 pilares de la inteligencia emocional:
- Autoconsciencia: la habilidad de reconocer e identificar las emociones en ti mismo, así como su origen.
- Autocontrol: tu capacidad de controlar los impulsos y retrasar la recompensa inmediata.
- Empatía: la habilidad para conectar con las emociones y motivos de los demás.
- Habilidades sociales: la capacidad de relacionarse satisfactoriamente con los demás, gestionar conflictos, comunicarte claramente e influir sobre las personas.
Los pasos para desarrollar la inteligencia emocional
Para poder desarrollar la inteligencia emocional se requiere un trabajo interno (retrospección) para conocerse a uno mismo y saber cómo sentimos y cómo reaccionamos.
Los siguientes pasos pueden servir de ayuda para poder desarrollar un sana Inteligencia emocional:
- Detectar la emoción que hay detrás de tus actos
- Vocabulario emocional (verbalizar)
- Clasificar las emociones (profundizar)
- No emitir juzgar en función de los sentimientos
- Lenguaje corporal
- Control sobre los pensamientos (surgidos de la emoción)
- Ponte en el lugar del otro (empatía)
- Diario emocional (autoconocimiento)
- Asertividad al expresar tus emociones
- Practicidad (llevar a cabo conductas)
¿Para qué sirve la inteligencia emocional?
Vamos a empezar desde el principio. La inteligencia emocional la podemos definir como una serie de habilidades psicológicas que nos permiten expresar, percibir, manejar y valorar nuestras propias emociones con el fin de entender a los demás. Es decir, esta habilidad nos ayudará a conocer nuestras propias emociones para desarrollar nuestro autocontrol; manejarlas y expresarlas de forma apropiada con el objetivo de saber comunicarnos y suavizar expresiones como la ira o furia, fundamental en las relaciones interprofesionales; motivarnos hacia nuestros objetivos dominando la impulsividad y, reconocer las emociones de los demás gracias a la empatía.
Debemos indicar que la empatía está estrechamente relacionada con la inteligencia emocional ya que, mientras la primera se centra en la comprensión de las emociones de los demás, la segunda está orientada a la comprensión de las emociones de uno mismo. Si no aprendemos a identificar nuestros sentimientos no seremos capaces de ponernos en el lugar de los demás. Por este motivo las personas empáticas pueden interactuar de manera suave y efectiva con los demás, lo que las convierte en grandes líderes de equipo.
Entonces, ¿para qué sirve la inteligencia emocional?
Para saber comunicarnos, conocer y valorar nuestras propias emociones y para entender a los demás. Una habilidad que en el ámbito profesional es muy necesaria, sobre todo en las personas responsables de equipo o que tengan como objetivo el ayudar a los demás.
¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional?
Para desarrollar la inteligencia emocional es muy importante seguir una serie de pautas:
- Conocerse a uno mismo: busca tiempo para reflexionar sobre tus sentimientos e intenta averiguar cuáles son las causas que propician que afloren y cómo.
- Aprender a manejar nuestras emociones, sobre todo las relacionadas con el ámbito laboral: acepta tus sentimientos. Sentir rabia es una emoción natural y no la tenemos que relacionar como algo negativo. Debes aprender que lo que verdaderamente cuenta es cómo se expresa esa emoción sin hacer daño a los que te rodean.
- Estimular nuestras emociones para desarrollar el autocontrol: si aprendes a identificar tus emociones, serás capaz de controlarlas. Por ejemplo, si en el entorno laboral tienes un gran volumen de trabajo y te sientes estresado, será mejor conocer cómo se desarrolla esta emoción y controlarla para que no te domine. Cada cambio en la vida supone momentos de incertidumbre, por ello hay que saber aceptarlos y aprender de ellos.
Existen diversos métodos para desarrollar el control emocional como leer un libro, apuntarte a un taller o asistir a sesiones de coaching.
- Observar actitudes, gestos y saber escuchar. Con estos pasos desarrollaremos nuestra empatía: pregunta a tus compañeros o amigos ¿cómo estás? Espera a la respuesta y mantente siempre atento y ofreciendo tu atención. Este ejercicio te ayudará a comprender mejor a las personas de tu entorno y potenciarás tus habilidades sociales.
- Comunicar de manera pausada controlando nuestras emociones para aprender a expresarlas mejor: habla de lo que sientes. Cuando no somos felices nos resulta más difícil expresarlo. Hablar de lo que sentimos no significa exponer nuestra vida personal, sino se trata de emerger lo que nos hace sentir mal para analizarlo y tratarlo.
Fases de la inteligencia emocional
Existen cuatro autores referentes en el sector: Daniel Goleman con su libro Inteligencia emocional; Salovey y Mayer quienes identifican la inteligencia emocional como un “pensador con un corazón” (“a thinker with a heart”) que percibe, comprende y maneja relaciones sociales; y el Reuven Bar On que incluye no solo las cualidades relacionadas con las emociones para definir la inteligencia emocional como la empatía, sino que incluye otras positivas como la asertividad, la autorrealización y la autoestima.
Centrándonos en Daniel Goleman, este autor indica que la inteligencia emocional posee cuatro fases que funcionan de manera simultánea:
Fases evolutivas de la inteligencia emocional
- Conciencia de las propias emociones: el individuo identifica y comprende qué es lo que siente y por qué.
- Manejo de las propias emociones: en esta fase la persona gestiona dichas emociones de manera conveniente.
- Conciencia de las emociones de los demás: aquí el individuo analiza y se preocupa por el comportamiento y las emociones del resto de personas de su entorno.
- Manejo de las emociones de los demás: la persona adquiera consciencia de las emociones de los demás lo que le permite influir en ellos para alcanzar una finalidad concreta.
Aunque tengamos que fomentar nuestra inteligencia emocional en la edad adulta, lo cierto es que es una habilidad natural del ser humano. La adquirimos desde que nacemos y la vamos desarrollando a medida que vamos creciendo. Sin embargo, no todos la fomentamos del mismo modo, por este motivo es muy importante continuar siempre con nuestro aprendizaje.
Como hemos visto, los autores referentes en el sector siguen siendo hoy en día ejemplos a seguir para comprender la inteligencia emocional. Cada uno de ellos defiende un modelo teórico, pero todos parten de las etapas evolutivas o diferentes fases de la inteligencia emocional.
Vamos a definirlas:
- De 0 a 1 año: las necesidades básicas como comer, sentir cariño o dormir se expresan a través del llanto o la risa.
- De 1 a 2 años: el cariño que recibe de su entorno familiar es lo que le facilita al menor dominar sus miedos.
- De 2 a 7 años: el menor va adquiriendo confianza en base a las aportaciones de cariño de su entorno.
- De 7 a 10 años: aparece el orgullo y la vergüenza gracias a la capacidad de reflexión.
- De 10 años hasta la edad adulta: empieza a comprender sus sentimientos y el no saber controlarlos le provoca situaciones de desánimo.
- Adulto: sigue desarrollando el autocontrol de sus sentimientos, pero ya sabe en qué consiste cada uno de ellos. Reflexiona sobre sus actos y es cada vez más empático.
Inteligencia emocional en el trabajo y su importancia
El mundo laboral nos enfrenta constantemente a desafíos y cuando no estamos listos para afrontarlos pueden provocar en nosotros efectos negativos: baja de autoestima, menor productividad laboral, peores relaciones laborales, etc.
Desarrollar la inteligencia emocional en el trabajo es muy relevante para manejar situaciones de estrés o conflicto. De hecho, las personas con mayor inteligencia emocional tienden a tener mejores habilidades para el liderazgo, manejo del estrés o relaciones interpersonales.
Esta habilidad ha llegado al mundo laboral para quedarse. Los departamentos de recursos humanos demandan profesionales que además de contar con conocimiento de un área específica, sean capaces de utilizar habilidades emocionales para desarrollar su labor profesional. Según Daniel Goleman en una charla sobre la importancia de las buenas relaciones en el entorno laboral, “las personas más competentes no están determinadas por su coeficiente intelectual ni en su capacidad para resolver tareas marcadas por la empresa, sino en aspectos como la empatía, el autocontrol de los impulsos, la autorregulación de los estados de ánimo o la confianza entre las diferentes partes del equipo.”
En definitiva, la inteligencia emocional en el trabajo es muy importante porque:
- Se dominan situaciones bajo presión
- Se potencia liderazgo al saber tomar decisiones con calma
- Se resuelven conflictos con mayor eficacia
- Se tiene más empatía
- Se escucha y reflexiona mejor
Cómo aplicar inteligencia emocional en el trabajo.
Conócete a ti mismo
Para aplicar la inteligencia emocional en el trabajo es preciso que desarrolles un profundo autoconocimiento sobre tus habilidades, necesidades y emociones. Es decir, aplícate un DAFO a ti mismo.
Este paso es clave para saber distinguir los aspectos de tu vida personal con los de tu vida profesional. Además, sabrás gestionar tus niveles de energía y concentración en el trabajo con el fin de obtener mayor y mejor productividad. Por ejemplo, ante una situación de crisis al contar con una mayor autoconciencia no caerás en el pesimismo y sabrás qué camino tomar para salir a flote.
Ejercita tu empatía
Habla con tus compañeros y establece mejores relaciones laborales. Analiza y valora la implicación de los empleados en la empresa y sus opiniones. Practica el escuchar sin juzgar y piensa, ¿cómo me sentiría yo en la situación de la otra persona? Al hacer este ejercicio encontrarás soluciones más efectivas y promoverás un ambiente de colaboración.
Comunícate asertivamente
Busca el tono adecuado y el lugar para expresar un problema. La inteligencia emocional no solo se aplica en las emociones positivas, sino que también entran en juego aquellas negativas que sufrimos muy a menudo. Cuando un compañero cometa un error, enfoca tu mensaje a la resolución del problema e intenta hablar abiertamente de las consecuencias que puede tener en el ámbito profesional.
Cómo influye la inteligencia emocional en el trabajo
La inteligencia emocional en el trabajo juega un rol determinante que se puede asociar al liderazgo dentro de una corporación. Este aspecto es indispensable para conseguir el máximo desempeño de todo el equipo gracias a una dirección e interacción social. El líder será capaz de gestionar, motivar y dirigir a los diferentes miembros del equipo mejorando su rendimiento. Además, esta faceta analítica le permitirá tomar decisiones apropiadas dirigidas a mejorar los resultados de la empresa. Esta mayor productividad se traducirá en un rápido y sano desarrollo profesional.
Del mismo modo, la inteligencia emocional es una herramienta esencial para fomentar el talento de los colaboradores, la promoción interna, el reconocimiento de resultados y el desarrollo profesional e individual. Todo profesional que sea capaz de identificar las necesidades de sus clientes ofrecerá soluciones más efectivas en un mercado cada vez más competitivo.
En conclusión, podemos indicar que la inteligencia emocional es un aspecto necesario que las empresas deben incentivar en sus trabajadores. Esta serie de habilidades psicológicas permiten que un profesional se conozca a sí mismo, el mensaje de sus interlocutores, las necesidades de sus clientes, expresar sus emociones de manera correcta y gestionar y valorar las del resto del equipo. Además, en el ámbito directivo la inteligencia emocional se convierte en un valor añadido. Quien no tenga conciencia de sus propias emociones, difícilmente podrá entender el funcionamiento de su entorno.
Hasta la próxima!
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